
Los pasos me lloran como ojos de gato
Me piden que vuelva para comprobar
Si cerré la puerta y apagué la estufa.
Una última mirada en el espejo, partimos…
Vamos donde va la gente que no es como tú,
¿por qué? Porque sí y ¿por qué no?
Al trote, con una herida en el costado
Dejando tu rastro de sangre en los botines.
(Pero nadie advierte las dunas del vacío)
Subimos al desmayo, el que nunca cae
Con una antorcha de tu tibia y tu camisa
A la pata coja, disciplina olímpica.
Rasgamos el aire, grasiento e intransitable
Esperando reconocer al mejor desconocido
Estás ahí, en el preciso instante incómodo
El único que te recuerda que sigues caminando
A cuestas con tus víveres de silencio y ruidos.
Se deshoja otro día mientras gotea el grifo
Te retuerces vencido en la cama estrecha
Te levantas a por agua y vuelves a acostarte.
Hay quién se apostaría a la ruleta rusa
Todo lo que tiene no teniendo nada
Si tenemos apenas… memoria para pensar en los demás.
Asumimos que es dura la vida y más dura la muerte
Y hay quién elegiría no haber nacido,
Y hasta de eso somos culpables
En el momento en que empezamos a andar.