Faro hundido por los barcos naufragados
Como besos que no has dado como sangre
Del corazón hendido por tu sonora ausencia,
De llanto y el eco del pensamiento del que no salgo.
Boca de luciérnaga, tabú del esperanto
Porque ya no te escucho si no nos hablamos
Si nos vemos aún y esquivamos las miradas
Que nada se callan si no dicen nada más que nada y menos.
Se nos cala el coche en mitad del cruce
Y el tiempo es un camión que hace sonar su claxon…
Y no avisa y es traidor, perdimos esa apuesta al blanco y negro.
Miro el mar desde el avión aunque me siento en tierra
Esperando que aparezcas a la vuelta de la esquina
O quizás en ella, mala bruja. (con cariño).
4 comentarios:
ya queda menos para disfrutar en paper la poesía que nos trajo el viento a la orilla de Gran Vía
En épocas de la colonia, los españoles conocidos como "los blancos" colocaban en la esquina de los tejados de sus casas una especie de pezuñas, para que las brujas no llegaran a sus esquinas...
no estarás cumpliendo con tu tradición???
un abrazo tonietti. la poesía, como bien dices tú, está en las calles paralelas a las calles importantes. sin duda, a veces, necesito sentarme en un banco a contemplar la vida, tal como camina, o en el café Comercial, o en el Barbieri toda una tarde de sábado, pensando que todos tienen algún lugar adonde ir... si son más grandes las pequeñas avenidas, todo es posible. ya queda menos, ya llevo más.
podría ser ana pao, que yo tb sea un colono en mi propio país, o mejor dicho, en el lugar donde vivo, ya que ocurre que no me identifico, como bicho raro es normal. no vas mal desencaminada. gracias porque no conocía la anécdota, hoy aprendí más como siempre que tengo el privilegio de conversar contigo. Un beso, espero que la luna soleada siga conservando tu piel de ron... con azúcar en el filo donde se mueven tus caderas
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