31 mayo 2007

Record ando un poco

La mano que mece la cuna

Estos días me di cuenta, la tormenta me ganó, por una vez, por primera vez deseé que volviera el sol, y la primavera. Siempre dije que prefería la lluvia, que era mi momento favorito, cuando el agua la olía en el alma y me inundaba de alegría. Fue una mala racha, debió de ser así, no me lo explico de otra manera, odiaba el buen tiempo como buen vampiro. De repente amanecí con las coordenadas en su punto, al dente y sólo pude levantarme de la cama de una patada al vuelo y aplaudirle al nuevo día ante los aromas que se avecinaban, y no tenía temor al fracaso, lo había sentido tantas veces que cuando llegara ya no dolería.


Leí a Dylan, la primera parte de su autobiografía, al principio como me sucede con muchos libros me pareció sumamente aburrida, con datas que no me interesaban dado que hablaba de músicos que no conocía. A medida que se fue adentrando en momentos difíciles le empecé a coger ritmillo, le entendí a la perfección, sabía a que se refería, y sí, yo también me sentía acabado, a punto de retirarme. Ocurre que ocurrieron cosas con las que uno se fue encontrando, y tuve que separar a los púgiles y hablar con los jugadores como un buen árbitro inglés, mediar palabra equidistante y cierta para ambos bandos. ¿Maduré? No creo! Me siguió salpicando algo de saliva, varias gotas de sangre y seguí apostando a mi caballo perdedor a pesar de la herida en la mala pata trasera, la derecha. Me sentía ahumado aunque siempre con buen humor, al menos eso pensaba que era el buen humor, cuando alguien me sonreía. Me quemé sacando las castañas del fuego y dándole cera a la lumbre para que mantuviera las ascuas por si las papas…


Me olvidé de demasiadas cosas, me dormí en casi todas las pelis, al despertar recordaba que sólo estaba trabajando y no viviendo lo que debiera, el tiempo pasaba y todos decían que era demasiado joven, que ya llegaría mi oportunidad de ser libre, de cumplir uno a uno con todos mis sueños, mientras tanto dormían y roncaban en su incoherencia. Estaba siendo un esclavo como decía Morrison, y era consciente de ello. Me quedé sin inspiración y seguí respirando, haciendo otras cosas, haciendo algo, en el fondo sólo quise estar activo para no parar ni un momento, tampoco podía permitirme otra cosa pensándolo fríamente, sobreviví a la selva pero no volvería, ahora tenía muy claro hacia dónde me dirigía y más claros cuáles eran los pasos a dar, mis botas se seguían rompiendo y de aquí en adelante sólo me preocuparía tener suficientes para cambiarme, no sabía y sigo sin saber caminar descalzo.

No hay comentarios:

Tú mismo

Volverán a las calles otrora caminos, mañana quién sabe... el vértigo de estarse quietos, cuando el mundo que gira te ponga en aprietos...