17 enero 2007

El Duende


Cuando el otoño sacó las mantas del baúl y las hojas podridas de alcanfor cayeron lentamente de los árboles, el duende de la rama más fina apareció de repente sin que antes nadie… supiera de su existencia. Tiritaba porque en verano había pasado frío, sin embargo, empezaba a tener mejor color, y sus arrugas desaparecían día a día como si se estuviera haciendo más joven. No hacía nada, apenas se movía como un koala, se alimentaba de las miradas de los curiosos que se aglomeraban en los aledaños de su hábitat. El duende sonreía, podría decirse que estaba emocionado y que por tanto, era feliz. La incertidumbre y el boca a boca provocaron la llegada masiva de los medios de comunicación, y en menos de una semana desde su descubrimiento, el atrevido duende se convirtió en portada de telediario.- Se pueden imaginar que dicha fama es inmerecida, dado que no consta que alguien se comunicase con él para así asegurar su existencia y sus pretensiones.
El caso es que desde arriba se hizo presión para capturar al ser más increíble jamás contemplado. Mitad hombre, mitad animal; un pequeño ser mágico salido de un cuento, tan diferente a sus semejantes que eligió abandonar su hogar, aquel donde viven los duendes, para emprender su aventura en el tinglado humano y ser el primero en dejarse ver. Se podría pensar que es un mártir, así como no entendemos el idioma en el que se comunican ciertos animales. Se podría decir que su organismo necesita la imperiosa cercanía de los árboles para sobrevivir dignamente, dado que cuando fue apresado por una asociación protectora de animales mediante un dardo tranquilizante, el árbol cayó en desgracia como una casa abandonada, sólo que a él no volvieron ni los cuervos ni los búhos, y el duende… despertó una vez y cuando se dio cuenta de que no estaba encima de la rama más fina, sencillamente prefirió dormir y aún sigue, sin comer pero sin morirse, quizá soñando que todo ha sido producto de su imaginación, y que realmente él hizo bien todo lo que hizo, asumió su libertad y se aferró a ella, y luego como lo que contempló no le gustó, se durmió, quizás aburrido de pensar que no quedaba otra salida. Y es cierto, cuando la mayoría se pone de acuerdo no la hay, y no hay más que hablar porque digas lo que digas no te van a escuchar. Lo correcto es dormir aunque mientras no seamos duendes tendremos la obligación de despertarnos, para cumplir con las obligaciones que hacen que este mundo siga funcionando a base imponible de engaño y no con dinero como todo el mundo sabe.
Descanse en paz “el duende” que sigue bien vivo aunque está dormido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Puede parecer que es detrás pero si te fijas bien es dentro,el Hada esta dentro de mí y sabe aparecer cuando se empieza a marchitar el dia verde.
Hada,para mi los dias verdes son un parque,unas risas y el aroma de las setas flotando en el ambiente.
Hada,para mi la sinceridad esta en los ojos y no en la palabra,y cuando me miro en tus ojos me gusta lo que veo.
Hada,la música me alimenta pero también me gusta compartir el silencio,los silencios de paz y no los incómodos.
Hada,ultimamente mis sueños se me aparecen en la vida real.
La luz esta dentro y no detrás,la luz de la mirada limpia y el corazón sincero.
La felicidad es el camino,y el camino iluminado es el más agradable de transitar.
Gracias Hada,porque el interruptor de la luz es una sonrisa y la banda sonora del amanecer la ponemos nosotros.

kief dijo...

es un buen texto, bonito, sincero y veraz. Deberíamos ser sólo lo que somos por dentro, estoy de acuerdo. quizá eso se aprende con el paso del tiempo, algún día apruebas esa asignatura pendiente y no te vuelves a poner a prueba.
¿es propio?
Gracias

Tú mismo

Volverán a las calles otrora caminos, mañana quién sabe... el vértigo de estarse quietos, cuando el mundo que gira te ponga en aprietos...