
La silla donde reposan mis ideas no tiene respaldo
le falta tu espalda
a la mía... la tuya
y a las mías... las tuyas.
Aquellos ideales más rápidos que el presente
cuando se presenta radiante, sin avisar
como el vestido de tu sonrisa de dama de honor
de toda mi vida, de todas... tú todas
Reina.
Como que siempre tengo que esperarte
y siempre con retraso apareces a tiempo.
A veces, lo prefiero, llegas tarde pero corriendo
y cruzas el paso de cebra...
sabiendo perfectamente dónde estoy mezclado,
entre todo el tráfico de gente que anda con sus cosas
con la cabeza baja en pensamientos dislépsicos.
Yo sin embargo, cansado e inmóvil
sólo pienso en ti, y no temo
aunque tiemblo por estar colapsado
con mis cosas que son tus cosas.
Nervioso por hacerlo lo mejor que sé...
¡dame un beso, duérmeme!