Refugio el atisbo del pensamiento
que no es casi y pasará
como la pelota de los niños al recreo
de una madurez futura,
que carga todo el peso del pasado
como una hormiga su miga de pan.
A sotavento
cocino calmado el suculento ayuno
del olvido menos de respirar,
también los pólenes que el viento del azar
ha emigrado a este rincón sin castigo
en el más acá.
A sotavento
pasaré hambre y no frío
si el hombre es el principal culpable
de ser su propio asesino,
si prefiero levitar con una calada de emoción,
acariciarte con toda mi piel de gallina
cuando duela el amor.
A sotavento
cual lagartija amputada brotaré
por los escondrijos de los que guardan silencio
y no creen en la fe de ellos mismos
sino en el abismo de la verdad, pues
¿qué es la realidad sino la mentira de cerrar los ojos
y desviar tu mirada apenas un instante de nada
aunque te golpee el viento a sotavento?
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