Los amantes amanecen con los pies fríos,
los chicos estarán minimizando daños
muchos años, una tarde de domingo.
Quien olvida respirar y bosteza ante los crímenes
de publicidad es un asesino de su tiempo,
tumbado en el sofá, tocándose los huevos.
Mientras una estentórea carcajada invade en el bar
la magia de nuestra mirada… y el silencio colosal
solamente comparable al lamento de decirte la verdad
hasta cuando miento.
Siento que los brutos escupen la ciudad en cada gesto,
incendian sus mansiones para cobrar el seguro,
el futuro está obsoleto, es un arma cargada de Noviembre
en las manos de un niño convencido de la segunda enmienda.
Todos, como a la lejía, nos acostumbramos a la mierda,
llega un momento en que tu nariz de sumiller también se
suicida.
Entre tanto excremento se sumó el infecto viento
a no querer salir de su guarida,
y con la cabeza gacha asumimos sin negarlo,
sin ni siquiera pensarlo, que es así la vida.
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