
A mí me gustabas
De hecho me gustas.
Emerjo en tu sublime recuerdo
Siempre entre la risa y los dientes
Justo antes de morder… el anzuelo.
Anhelo tus dudas y el eterno recelo
De no explicarnos, de no entendernos,
De hecho, lo echo de menos
Así como el movimiento que haces con las manos al andar
Así como que así nos va cada Sant Joan en el infierno.
Llegué a pensar que valía algo lo nuestro
Porque de la mano éramos un manojo de nervios.
Y de repente te pierdo, sólo otro invierno
Sin poder apoyar mi cabeza en tu regazo.
1 comentario:
Le comenté:
—Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
—¿Te gustan solos o con rimel?
—Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.
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