17 noviembre 2009

Diez años sin Enrique

Ésa mañana hacía frío y encima llovía. Aún no he conseguido digerir aquel desayuno, el escalofrío de la noticia en la primera sesión del informativo, el de entonces, el de las imágenes de mala calidad que recuerdo nítidamente. Luego, un par de noches más tarde fuimos a la Riviera a ver a Calamaro. Te dedicó "Media Verónica" y otra vez se me pusieron los pelos de punta. Después del concierto vagamos por las viejas calles de Malasaña donde nos dejaste "Espíritu Santo". Al final, encontramos "La Vía Láctea", doblamos las esquinas todas iguales, abrazamos un pedacito de lo que fue la movida y entonamos tus canciones en nuestra primera gran noche madrileña. Hace tres años, fuimos al cementerio de la Almudena. A Antonio Flores le dejamos rosas. A ti, te improvisé éste poema a pie de tumba. Gracias Enrique, te seguimos añorando, gracias por el legado.

ADIÓS TRISTEZA

Desde que no nos vemos
los pájaros no echan a volar
se acongojan sin tu sentida voz.

Las heridas no cicatrizan sombrías
el corazón late más lento y seco,
las persianas ni se suben ni se bajan
las ventanas ya no atraen al viento.

Las miradas que se encuentran son perdidas
el guitarrista olvida todos los acordes
y a veces cuesta respirar la vida.

Sin embargo, tus canciones son eternas...
cada día tengo un rato para ti,
porque la mayor libertad que existe
es la de ser feliz aún siendo triste.


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Tú mismo

Volverán a las calles otrora caminos, mañana quién sabe... el vértigo de estarse quietos, cuando el mundo que gira te ponga en aprietos...