El Sol esculpió a la mujer
con un barro boreal
y lluvia de agua de abril
al llegar la primavera.
Nos dio la vida un placer,
nos hizo una estrella fugaz,
quince minutos de fama.
Fuimos campeones del mundo
cada madrugòn de infarto,
soñamos con uno mejor y sencillamente…
dejamos de dormir.
Apagamos la vela
que solo volvimos a encender
una noche ya de cumpleaños.
Nos mareamos con el giro del planeta
y tropezamos con los adoquines,
al mismo paso que los pies
se endurecieron con la ternura.
Quemamos las malas hierbas
pero regamos las flores de plástico.
Huimos de nosotros mismos
para volver al punto de partida…
con menos tiempo por delante.
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