
Te beso, luego lloro
Como un perro en una madrugada de enero entre semana,
Esculpido por el vapor que emana en las alcantarillas
Y la tenue melodía de la armónica en la esquina.
Como el seco escalofrío de una colilla en el férreo
Cenicero,
Acaricias con tu dedo mi piel de gallina,
Y yo nervioso,
Como el cuello de un gallo en el corral…
Te olfateo y me restriego por tu cuerpo
Seda de aceituna,
Por tu pecho en conserva de melocotones en almíbar
Como un lindo gatito que muerde y lame para jugar.
Me entrego, me encierras en la cárcel de tus brazos,
Y preso voy… si soy adicto a ti,
A la saliva del veneno en labios menores,
Entre tus piernas, abiertas como el plumaje del pavo real
Como si fuera al mismo tiempo la primera y la última vez
Que amo, como un caracol en espiral recorriéndote la espalda
Tras la tormenta, y crujiéndonos los huesos finalmente abrazados.
Te beso, luego lloro
Con la sonrisa del ladrón en el callejón sin salida,
Abatido… bajo el edredón sudado, vida mía.