
Normalmente soy yo el que guarda silencio como si escuchara el sermón, el que aplaude al artista entre sorbos de espuma de cerveza y cigarrillos rubios. No sé a qué se dedica el resto de la gente, intuyo que están acostumbrados a ir a campos de fútbol, o bien en el fondo… son irrespetuosos en potencia, sólo que en sus trabajos, en sus casas, en sus parejas, no les permiten ser así. Es malo eso de morderse la lengua, que no es lo mismo que morderse las uñas, lo segundo siempre tuvo un castigo más severo y unas historias más temibles como la de la mujer que de tanto morderse las uñas le salió una garra afilada de águila. Tengo una amiga epiléptica que siempre me ha dicho que su temor más grande es seccionarse la lengua en pleno ataque. Estoy seguro que no vio jamás “Los chicos del maíz” a las 2 de la madrugada cuando contaba con 8 años.
Está bien, han pagado su entrada, en un bar donde no te dejan fumar, sin embargo, hablar no está prohibido mientras el músico canta o se esfuerza, ¿por qué? No lo sé.
Me recuerda a esa sensación jodida de pupitre de colegio, cuando debes aguantarte el orín o un pedo, porque no cabe duda que a pesar de ser algo natural y primitivo también supone una situación de nervios altamente embarazosa para un crío que en la mitad de su existencia ha llevado pañales. Creo que la vida cambia en el momento en el que le pides por primera vez a la señorita que si por favor te deja levantarte para hacer tus necesidades. Yo pocas veces lo hice, es decir, hasta que no lo hice no sufrí mi primer hervor. Así me fue, tengo varias imágenes grabadas en mis pocos recuerdos pero algunas de ellas son de Párbulos (Primaria o Pre-primaria), y sí, efectivamente coinciden con los momentos en los cuales me lo hacía todo encima. No me olvidaré de la acusación de Ana María “la calzaslargas” –Señorita, Javi se ha cagado- ¡Maldita seas zorra!, tú y tu voz de pitiminí, tendría que haberte tirado de las coletas a su debido tiempo. Acababa avergonzado, aunque a lo mejor sólo pretendía que alguien me limpiara el culo. No, no era tan cabrón.
Ahora mientras escribo tengo ganas de ir al baño, quizá de algo más, pero me aguanto, parece que escribo más rápido y jamás hice un curso de mecanografía. En esta habitación hace un frío del carajo, el calefactor está apagado, acabo de comer y de echarme el cigarro, creo que tengo todas las papeletas.
Miccionar es una palabra muy bonita, a mí siempre me ha sonado bien, como si fuera una acción muy distinguida. La descubrí en la adolescencia, es decir, el mismo periodo en el que estoy ahora. Es una palabra que siempre imaginé que fuera otra cosa, una palabra con clase propia de Reyes y demás señores sociales, nunca pensé que fuera algo tan común. Me decepcionó saber el significado, aunque aún hoy me sigue pareciendo perfecta, con una pureza especial. Siempre he sido muy tardío para el aprendizaje y muy precoz para las mujeres, eyaculadoramente hablando. Ya pedí perdón por todo aquello, y sí avisé, excepto una vez que me caía mal. ¡No!, es broma, no soy tan cabrón. Bueno… eso creo.
Plato de hoy: ensalada de patata y espinacas hervidas. Con una cebolla, un tomate de rama, medio pepino, pimiento morrón, maíz, una lata de atún, aceite virgen extra, vinagre de Módena, sal y comino.
Plato de hoy: ensalada de patata y espinacas hervidas. Con una cebolla, un tomate de rama, medio pepino, pimiento morrón, maíz, una lata de atún, aceite virgen extra, vinagre de Módena, sal y comino.
Postre: zumo natural de dos naranjas.
Café: infusión de fucus.
Foto: "Cartografía" de José Ignacio Lapido. Concierto en la Sala Sol 9/12/08